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Yolanda Mueras
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Yolanda Mueras

October 3, 1936 - July 23, 2018

Yolanda Mueras 1936 ~ 2018 El 23 de Julio del 2018, Yolanda Mueras falleció pacíficamente en Stonehenge—un centro de cuidado para ancianos y convalecientes—localizado en American Fork, Utah, a la edad de 81 años por razones relacionadas a su avanzada edad. Yolanda nació el 3 de octubre de 1936 en Orcotuna, Perú. Sus amados padres fueron Melciades Pachas e Irene Elescano Paz. Esta amada hija nació junto a su melliza quien reside en Lima, Perú. Yolanda nunca conoció a su papá, pero tenía una madre muy amorosa que trabajaba incesantemente en Lima (capital de Perú) para subvencionar los gastos de sus hijas. A causa de esto, Yolanda vivió por un tiempo con sus amados abuelos en su granja localizada en Vicso, Perú, entre las montañas Andinas. Fue allí donde ella aprendió el valor del trabajo duro. Muy temprano en la mañana Yolanda ya estaba lista para otro día de trabajo. Alredor de las cuatro o cinco de la mañana Yolanda, su hermana melliza, y sus abuelos ya estaban en camino a los campos agrícolas de sus abuelos. El levantarse temprano y trabajar duro era parte de su identidad, y eso fue un hábito que ella adquirió y la acompañó por el resto de su vida. Cuando cumplió 18 años, emigró a los Estados Unidos y vivió en la ciudad de Silver Spring, Baltimore, Estado de Maryland con su tía, y posteriormente se mudó a vivir al Distrito de Columbia, con una amorosa familia quienes la amaban mucho y la ayudaron a familiarizarse con las costumbres americanas y la hicieron sentir como que estaba en casa. Como muchos adultos jóvenes de su tiempo, le encantaba socializar con amigos y amigas, pero también reservaba tiempo para el trabajo y estudio. Uno de los recuerdos que Yolanda preservó por más de cincuenta años fue su libro de gramática en inglés, que usaba cuando estudio ingles en Washington DC. Yolanda también preservó fotografías de sus amistades, y una de sus carteras favoritas, que sigue en buenas condiciones. Cada uno de estos objetos era importante y tuvieron un valor significante para ella. En los años que continuaron, ella contaba relatos sobre su tiempo en Maryland y afectuosamente recordaba los tiempos cuando era joven. Después de media década en los Estados Unidos, Yolanda regresó a Perú y se casó con Flores Mueras Ramos el 7 de Setiembre de 1960. Tuvieron cinco hijos—Iris Elena, Carlos Rafael, Jesús Francisco, Fernando, y Juan Antonio Mueras. Yolanda siempre fue muy dedicada a su familia. A Yolanda y a su esposo les encantaba pasear con sus hijos y hacían caminatas en familia, explorando la naturaleza rural del área y tomando gran placer en enseñarles sobre la vegetación que crecía en aquellas zonas. Cuando su esposo estudiaba en la universidad, Yolanda frecuentemente se quedaba despierta hasta tarde ayudan a su esposo a corregir sus ensayos para la escuela. Lo apoyaba en todo, especialmente cuando Flores tomó la posición de profesor en la universidad y alcalde de su pueblo. Con la ayuda que ella le brindó, él pudo alcanzar sus metas. Cuando sus hijos eran pequeños, Yolanda conoció a dos jóvenes que se presentaron como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Ella y su esposo, se interesaron en el mensaje que ellos compartieron y Yolanda y Flores llegaron a ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero no mucho después perdieron contacto con ellos y no fue hasta diecisiete años después que de nuevo descubrió a esta misma iglesia. Su familia fue sellada en el templo de Lima, Perú de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días el 4 de agosto de 1986. Yolanda fue muy fiel a su religión y la atesoró por el resto de su vida. Yolanda y su esposo sirvieron como misioneros de regla en la Misión Perú Trujillo desde 1996-1998. Planearon en servir dieciocho meses, pero regresaron a casa tres meses antes de que se cumpliera un año y medio, debido a la declinación en la salud de Flores, quien había sido diagnosticado con cáncer meses antes de servir como misioneros de regla en la Misión Perú Trujillo. Yolanda y Flores sirvieron fervientemente en su llamamiento como misioneros. Flores falleció tres meses después de regresar de la misión. El fallecimiento de su esposo fue muy duro para Yolanda, pero ella continuo adelante. Algunos años después, en el 2004, se mudó a Utah. A la edad de 64 años, todavía poseía la energía de alguien más joven y disfrutaba trabajando en su centro de trabajo, así como en casa; horneando panes, admirando el jardín, regando sus plantas, y de vez en cuando participando en un partido amistoso de voleibol, su favorito deporte. Yolanda jamás vio su edad como un límite y deseaba aprender nuevas cosas, especialmente a conducir su auto. Aunque algunos de sus deseos no se hicieron realidad, Yolanda nos demostró lo muy independiente y emprendedora que ella era. Uno de sus más grandes placeres era compartir el evangelio con las personas que conocía, incluyendo compañeros de trabajo, amigos, y miembros de su familia. Ella disfrutaba su llamamiento como misionera de barrio y tenía el placer de invitar a sus amigos y a sus vecinos a atender los servicios religiosos del domingo con ella. La frase, “me encanta ver el templo,” tenía un significado literal en su vida. Yolanda amaba inmensamente su llamamiento como obrera en el templo y fielmente servía cada semana en el Templo de Provo, posteriormente sirvió en el Templo de Washington DC. y finalmente sirvió en Provo City Center Temple. Entre sus nietos, era conocida como “Mama Yolanda,” un apodo apropiado ya que Yolanda era como una segunda mama para muchos de sus nietos. Ella siempre les recordaba la importancia de la familia. Yolanda amaba a su posteridad y se regocijo en ver cuatro bisnietos nacer en los últimos cinco años. El repentino fallecimiento de su hijo Fernando en 2016, la dejo devastada e hizo un gran impacto en su salud, pero incluso durante estos momentos tan desafiantes nunca paro de servir a las personas que la rodeaban. Yolanda miraba al amanecer como otro día lleno de oportunidades y esperanzas y siempre se esfuerzo en vivir cada día a lo máximo. El ejemplo y amor que nos dio durante su tiempo en la tierra siempre será recordado por todos aquellos cuyas vidas ella tocó. Los descendientes que Yolanda deja en vida son su hija y tres hijos—Iris (Vicente), Rafael (Elizabeth), Jesús (Nélida), y Antonio (Milagros)—tanto como catorce nietos y cuatro bisnietos. Comunicamos a los familiares y amigos que el velorio de Yolanda se llevará a cabo el día martes 14 de agosto de 6:00 p.m. a 8:00 p.m. y miércoles 15 de agosto de 10:00 a.m. a 10:45 a.m. en el salón de la Sociedad de Socorro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Provo Utah Stake, situada en 1315 Este 900 Sur Provo, UT 84606. Los servicios funerales se llevarán a cabo en el mismo local el miércoles 15 de agosto de 2018 de 11:00 a.m. a 12:00 m. El entierro se llevará a cabo después de los servicios funerales de 12:00 m a 12:30 p.m. en el Cementerio de Provo. Quisiéramos agradecer a todos los familiares y amigos que nos han apoyado con su amor y servicio durante estos tiempos difíciles, y a todos los que estarán involucrados en los servicios funerales y en el entierro de Yolanda. Yolanda Mueras 1936 ~ 2018 On July 23rd, 2018, Yolanda Mueras passed peacefully away at Stonehenge Nursing and Rehabilitation in American Fork, Utah at the age of 81 from causes related to age. She was born on October 3rd, 1936 in Orcotuna, Peru to Melciades Pachas and Irene Elescano Paz, alongside a fraternal twin sister who resides in Lima, Peru. Yolanda never met her father, but she had a loving mother that worked hard in Lima for her and her sister. Due to this Yolanda spent many months with her loving grandparents at their farm in Vicso, Peru helping out with chores and gaining an appreciation for hard work. At the age of 18, Yolanda immigrated to the United States and lived in Maryland with an affectionate family who helped her become familiar with American customs. Like many young adults at the time, she loved to go out with friends but was also a dedicated student and worker. Later in life, she often looked back fondly on her time in Maryland and reminisced on her younger days. Yolanda also kept a handful of well-preserved memorabilia from Maryland, including pictures, her translation book, and a purse that is now over 60 years old. After half a decade in the United States, she returned back home to Peru where she met and married Flores Mueras Ramos on September 7th, 1960. Together they raised five children—Iris, Rafael, Jesus, Fernando, and Antonio Mueras. Yolanda was a dedicated mother and wife. She and her husband loved to go on family outings and would often take their children on walks, exploring the rural beauty of Pilcomayo, Peru and teaching them about the vegetation that grew in the surrounding area. When her husband was working on his degree, she often stayed up late proofreading his essays for school. She supported him during hard times, especially when Flores became a university professor and mayor of their town. When their children were still young, Yolanda met two LDS missionaries and took an interest to their teachings, but soon after lost contact with them and it wasn’t until seventeen years later that she rediscovered the LDS church. Her family was sealed in the Lima, Peru Temple on August 4th, 1986. Yolanda treasured her religion and remained true to it for the rest of her life. She and her husband served an LDS mission in Trujillo, Peru from 1996-1997, but returned just three months shy of their homecoming date due to the decline of her husband’s health, who had been diagnosed with cancer a couple months before they went out on their mission. She was a great support to him throughout their mission and during the months he received chemotherapy treatment. Flores passed away three months after returning home from Trujillo. Although she was devastated by the loss of her dear husband, Yolanda continued forward and eventually moved to Utah in 2004. At the age of 64, she was just as lively as ever and loved to spend her time working, making bread, admiring her trees, watering her plants, and would even engage in a friendly volleyball game every now and then. She never saw her age as a limit, and attempted to learn new things, including how to drive, a skill she was never quite able to master, but demonstrated how independent she sought to be. One of her greatest pleasures was spreading the gospel with nearly everyone she came across, including coworkers, friends, and family members. She enjoyed her calling as a ward missionary and took pleasure in inviting friends and neighbors to attend services with her. The phrase, “I love to see the Temple,” had a literal meaning in her life as she loved her calling as a temple worker and faithfully served every weekend at the Provo Temple, Provo City Center Temple, and Washington D.C. Temple for several years. Yolanda loved her family and in many ways became a second mother to many of her grandchildren. Always reminding her grandchildren about the importance of family, she loved her posterity and rejoiced in seeing four great-grandchildren come into this world. The death of her son Fernando in 2016, took a large toll on her health, but even during this time of grief, she never stopped loving and serving those around her. She strived to live life to the fullest and always looked forward to a new day. Yolanda and her example will always be remembered by those who loved and cherished her. She is survived by four of her children—Iris (Vicente), Rafael (Elizabeth), Jesus (Nelida), Antonio (Milagros)—14 grandchildren, and 4 great-grandchildren. Family and friends will meet on Tuesday, August 14th from 6:00-8:00 p.m. and Wednesday, August 15th from 10:00-10:45 a.m. in the Relief Society Room at the Provo Utah Stake Chapel located on 1315 East 900 South Provo, UT 84606. Funeral services will also be held at the same location on Wednesday, August 15th from 11:00-12:00 p.m. in the chapel. The burial will be held following the funeral services from 12:00-12:30 p.m. at the Provo Cemetery. We’d like to thank family and friends that have supported us during these hard times and everyone who will be involved in the funeral services and burial.

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